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La motivación política del bofetón

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La agresión física a Mariano Rajoy no me ha sorprendido ¿De verdad alguien esperaba que este ambiente de crispación, forjado con ahínco por  la radical izquierda española, no degenerase en estos actos? ¿Es más bien un acto irreflexivo en la que el tonto útil ha dado un paso adelante?

¿Quizá un violento imberbe que ha buscado su minuto de fama? o más bien, todo esto se ha ido gestando poco a poco de forma indecente e indolente, motivándolo políticamente, comenzando por las redes sociales, continuando por comentaristas sectarios sin tapujo, siguiendo por pasquines ideológicos editados bajo forma de periódicos, y rematándose por opresores absolutistas, fundamentalistas disfrazados de políticos.
Aunque haya sido un ataque contra el Presidente del Gobierno de España, el mismo Mariano Rajoy ha quitado hierro al asunto. No se trata de magnificar la acción del adolescente violento, pero tampoco empequeñecer los intentos de intimidación cotidiana a la que se enfrenta diariamente todo aquel que ose pensar diferente.  Basta con recordar a Pablo Iglesias en septiembre de 2013 sus “disculpas por no romper la cara a todos los fachas con los que discuto en televisión”
En este país la radical izquierda se cree con derecho a oprimir al resto, y lo voy a mostrar con ejemplos. Primero comienzan a señalar: he llegado a escuchar en mi entorno más inmediato, de gente que se considera moderada e incluso ética, expresiones como “buaj del PP… que asco” o “…este es facha”. Después sigue la marginación: líbrese usted de expresar su contrariedad frente a la ideología de género;  la negación de derechos ciudadanos: intente explicar que usted tiene derecho a vivir su religión de forma pública y en sociedad. Estos son simples ejemplos que cualquier ciudadano conservador tiene que sufrir casi a diario. Se empieza por negar al que piensa diferente, y se acaba por la violencia directa, verbal, psicológica, marginadora o física.
No se puede construir sobre el odio. Hasta el menos iluminado de los ciudadanos ha podido percibir que durante la campaña electoral, esa radical izquierda, se ha dedicado al discurso de rechazo al PP. La izquierda ha sido destructiva, sin aportar nada nuevo más que frases populistas de imposible ejecución.
La violencia constante en el lenguaje y acciones de la izquierda más radical es tan común que ya pasa desapercibida. El asalto a instituciones de carácter religioso, los obscenos mensajes en twitter, los escraches, las convocatorias a sabiendas de un final violento, el minusvalorar la gravedad de las acciones de los violentos, e incluso el premiar públicamente, con una placa, a un condenado por portar un artefacto explosivo a una manifestación.
Sin dejar de lado la actitud connivente de otra izquierda, supuestamente moderada, que sólo se pronuncia con la boca chica para, acto seguido, seguir apoyando y sosteniendo gobiernos con los radicales.


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