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¿Y ahora qué...?

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Uno de los asuntos que han sido debatidos con más visceralidad que ciencia en el año 2015, ha sido el de la conmemoración del sexto aniversario de “la Tomada de Ceuta”.

En estas fechas en la que hacemos balance y pensamos en buenos propósitos, es bueno sacar conclusiones, y quiero hacerlo desde un punto de vista científico y no político.
Sería imposible enumerar todo lo que hemos hecho los historiadores ceutíes por este evento, tanto lo positivo como lo negativo, y me arriesgo, consciente de ello, a olvidar algún evento o a alguna persona. Pero aún así, quiero defender aquello que se ha hecho con toda la buena fe del mundo y en aras exclusivo del conocimiento humano. Como dijo Plutarco en el siglo primero, la educación no consiste en llenarnos de conocimientos, sino en encender una luz que nos ilumine.
Se ha practicado, a mi juicio, una especie de controversia inútil sobre aspectos como la Fundación Crisol y sobre si era o no conveniente esta conmemoración. Siempre he pensado que toda conmemoración tiene como objetivo extraer conclusiones sobre una efeméride determinada. En el caso que nos ocupa podemos añadir que puede servir también para mejorar la convivencia. Las conmemoraciones históricas son ancestrales y hay noticias de ellas desde tiempos tan pretéritos como los del Imperio romano, donde no sólo se rememoraban las victorias de sus legiones, sino también su acción civilizadora. Cada vez que se quería datar un acontecimiento se hacia en referencia a “Ab Urbe condita”, es decir, a la fundación de Roma que fue el símbolo del nacimiento de las ciudades occidentales. Todas las grandes religiones relacionan el tiempo con la conmemoración de un hecho histórico o religioso. Así para los cristianos el siglo I es referencia al nacimiento de Jesucristo y para los musulmanes el 622 de la era cristiana es su año uno en conmemoración de la Hégira (huida de Mahoma de la Meca a Medina). Para los judíos el 7 de octubre de 3760, fecha de la génesis del mundo, es el primer mes de Tishrei del año 1.
Si enumeramos  planteamientos más mundanos no podemos olvidarnos de citar que en 1979 se conmemoró en Francia el aniversario de su Revolución y gracias a ello salieron a la luz miles de libros, estudios y trabajos que revisaron los principios de esa parte de la historia de Francia y lo hicieron más descifrables. A nadie se le ocurre criticar la conmemoración de la guerra de la Independencia que se ha hecho en los años 2008 a 2014 en toda España, ni que en este año de 2016 se conmemore el sexto centenario del fallecimiento de Fernando el Católico. Son actividades culturales que permiten a los historiadores difundir y poner al día los conocimientos sobre esos hechos conmemorados y a los demás recordar lo que supusieron y en qué medida influyeron en su presente.
En este caso que nos ocupa, creo que es preciso destacar la importancia del hecho a conmemorar, más allá de las miras de quienes defienden posturas presentistas. Por eso, aunque escaso, ha habido un eco nacional nada desdeñable. El 20 de marzo Mari Ángeles Fernández y Jairo Marcos publicaban en el diario “El Mundo” un artículo sobre la conquista bajo el título “La globalización comenzó en Ceuta”, visión si se quiere un tanto exagerada, pero no exenta de verdad, en cuanto por primera vez se salía del mercado medieval (tan de moda en las reposiciones históricas en la actualidad) para avanzar en una extensión comercial a mayor escala.
Paula Fernández desde Lisboa (Agencia EFE),  firmaba un artículo publicado en “El Confidencial” y en “La Vanguardia” el mismo día 21 de agosto en el que informaba de una parte de la historia de España desconocida para muchos compatriotas. Su título: “Antes de ser española, los portugueses conquistaron Ceuta hace 600 años”. La misma autora publicó en “El Faro” de Ceuta el artículo “Portugal rememora la conquista de Ceuta”. Ni que decir hay que en los medios de comunicación local se hizo un amplio eco de esta efeméride en los meses anteriores, con artículos en la prensa de José Luis Gómez Barceló, Antonio Guerra, José María Campos, Rocío Abad, la asociación Septem Nostra y de quien les habla.
Las “casas de Ceuta” también participaron en el evento, con conferencias o ciclos de conferencias. En la de Cádiz Silverio de la Yeza hizo participar a Fernando Villada, Carlos Gozalbes, Gonzalo Marías López-Pozas y quien escribe estas líneas; mientras que en la de Sevilla, Jiménez Camero presentó la conferencia sobre urbanismo ceutí en la conquista portuguesa que pronunció Carlos Gozalbes.
Esta difusión ha sido insuficiente, sin duda, y quizás hubiera faltado una prolongación de la actividad encaminada a ese objetivo, que comenzó con la presentación del evento por la Fundación Crisol en varias instituciones nacionales e internacionales. Se habló de ello en el 2013 en Lisboa, en el Senado español, en las casas regionales o en los Reales Alcázares de Sevilla, y en algunos de ellos tuve el honor de participar. Otras instituciones se hicieron eco del acontecimiento y así, el 17 de junio de 2014 Miguel Luque Talavan pronunció la conferencia  “Cartografía en torno a una conquista: Ceuta 1415” en La Real Liga Naval Española, en el marco del ciclo de conferencias sobre aspectos inéditos de la cartografía española.
Hay que hacer, sin embargo, la precisión, para aquellos a los que le son ajenos los métodos de la investigación, que la Historia no se puede, ni debe, estudiar en función de conmemoraciones, puesto que cualquier conocimiento del pasado conlleva la paciente labor de muchos días de investigación y, que esta debe continuar una vez pasada la fecha de conmemoración.
Todos los que formamos parte, de una forma u otra, de la colectividad ceutí debemos asumir como propia la historia de Ceuta, porque el recuerdo es una función de la mente del ser humano, que adquiere carácter colectivo cuando existe una verdadera comunidad. Un pueblo que no tiene historia es un pueblo muerto. Todos los que se sientan ceutíes deben conocer, asumir y, por qué no, criticar lo que se hizo en tiempos pretéritos, desde las invasiones de los vándalos a la Ceuta actual. En la revisión constante está la luz de la sabiduría, no en la ocultación de los hechos ni en su absurdo silencio. A nadie que se acerque a la historia con profesionalidad, se le puede ocurrir hacer escarnio a ninguna colectividad que habite en el lugar donde se produjeron los hechos narrados.
Como ha quedado demostrado en las reuniones científicas celebradas tanto en Ceuta como en Portugal, ― y han afirmado la inmensa mayoría de los comparecientes ―, la conquista de Ceuta por Portugal no fue solo la historia de una derrota o una victoria, esa historia de “hazañas bélicas” queda para los que entienden la historia desde el punto de vista maniqueísta. La Tomada de Ceuta fue el principio de una nueva era y de eso debemos sentirnos orgullosos los ceutíes de cualquier religión o etnia, porque se abrieron nuevos caminos para el mundo Occidental que, hoy por hoy, es dónde está Ceuta. Como afirmó José Manuel Pérez Rivera en el Congreso sobre “Los Orígenes de la Expansión Europea”, celebrado en nuestra ciudad en el mes de octubre de este año: “La visión circular de la vida se rompió de manera definitiva para imponer la concepción lineal del tiempo”.
Ahora tenemos el fruto de lo que los investigadores han estudiado durante estos años previos al sexto centenario, entre ellos las ponencias y comunicaciones presentadas a congresos, como el ya citado celebrado en Ceuta en los primeros días del mes de octubre y cuyas actas van a servirnos a muchos para continuar con el esclarecimiento de la verdad y el análisis mesurado y razonado de las cosas que ocurrieron.
Aún a riesgo, como he dicho, de dejar en el tintero a historiadores que ha colaborado en estos estudios y participado en el Congreso “Ceuta y la expansión europea”, quiero hacen mención de aportaciones como la de Felipe Themudo Barata en su “A conquista de Ceuta e a contruçao de um novo quadro de relaçoes políticas”, donde recalcó la perdurabilidad de la violencia a ambos lados del Estrecho durante mucho tiempo y donde se han producido periodos continuos de paz y guerras de una forma casi endémica. En 1415 la moneda cayó del lado norte y fueron los portugueses los que iniciaron una expansión marítima hacia el Atlántico de lo que tenemos múltiples referencias. Podemos en ese sentido citar los trabajos de Katia Brasilino (Biblioteca Nacional, Brasil), que parten de su tesis doctoral (“Ceuta, para alén da terra dos mouros”) leída en la Universidad “Julio de Mesquita Filho” de Brasil y de lo que trajo una muestra al congreso de Ceuta; así como la ponencia de Joao Paulo Costa sobre la revisión de la tesis del “fracaso” de esta conquista. La Tomada, pues, forma parte de un contexto geopolítico de trascendencia histórica, según Marta Caroscio, Ángelo Cattaneo, José Antonio Ruiz Gil, etc.
Fueron también muchos los investigadores que insistieron en la cuestión económica como causa de la conquista: Flavio Miranda, María José Aznar, Alicia Fernández García, Fernando Nieto y la mía propia en referencia al abastecimiento de la Ceuta portuguesa desde Málaga. Esta confluencia de ideas en lo económico nos lleva a rebajar la importancia de las causas políticas y religiosas (cruzadas) que hasta hace poco eran casi las únicas para muchos historiadores. En este sentido es necesario advertir la escasa aportación de la historiografía española al debate de las causas de la conquista, frente a la proliferación de trabajos de los portugueses, cuya referencia la hizo en este congreso José Antonio Alarcón. Sobre la causalidad de la tomada, entre otras cosas, nos habló Jerónimo Paez López y María Jesús Pozas Pozas que argumentó otras de las causas de la conquista no exenta de interés: la defensiva. La ineludible guerra estuvo también presente en las comunicaciones de Ruiz Oliva y Luis Felipe Guerreiro da Costa.
No faltaron, como no podía ser de otra manera, las alusiones al urbanismo ceutí, tanto en el momento de la conquista como antes y después. Citamos la comunicación de Carlos Gozalbes, en relación al momento de la conquista el 21 de agosto, y las ponencias de Jorge Manuel Simao Álvarez y Jorge Correira. En este contexto se ubicarían las comunicaciones que hacían referencia a las murallas renacentistas portuguesas que son símbolos indestructibles de nuestra ciudad: Gabriel Fernández Ahumada, Fernando Villadas, A. Texeiras, José Manuel Hita y J. Torres, Luis Serrao Gil y Joao Barros.
La utilización de fuentes árabes y portuguesas para el estudio de este hecho, abre una puerta interesante a su análisis, y es una muestra más de cómo la ciencia histórica promueve la normalidad en su ámbito científico ajeno a algarabías y rabietas. Para el primero de los casos contamos con las aportaciones de Yassir Benhima (Université Paris. Sorbonne Nouvelle) y de Manuel Cadafaz de Matos, y para las fuentes portuguesas la de Gonçalo de Carvalho y Matos Baeta Ramos.
La expansión europea tuvo su continuidad en otras conquistas portuguesas como las de Alcácer Ceguer, de la que se habló también en este congreso, en referencia a su hábitat urbano, por parte de Joana Bento Torres, Andrés Texeira y Abdelatif Aboudjay.
También se hizo referencia a algo fundamental para nuestro presente. Me refiero al hecho de la permanencia de los portugueses en nuestra ciudad y la conformación de una administración y una sociedad. Los aspectos administrativos fueron expuestos por Filipa Roldao, mientras que sobre los sociales trataron Fe Canto desde el punto de vista socio-sanitario, José Luis Gómez Barceló, Diogo Faria y Timothy D. Walker del de la Iglesia como pilar básico de la Ceuta portuguesa. Ni que decir tiene que la descripción del proceso de restauración de la imagen de la Virgen del Valle que nos hizo su autor, Álvaro Domínguez Bernal, dio la nota emotiva al congreso.
En el apartado social podríamos incluir las aportaciones al estudio de los personajes vinculados con la Ceuta portuguesa, como el realizado por Maria Antónia Athayde Amaral, Antonia González Tinturé y Antonio José Cunha Matias sobre la imagen y memoria de la familia de Pedro de Meneses, o a la intervención de notables en la expansión africana que expuso Antonio Sánchez González.
Pronto saldrán a la luz otros trabajos como los presentados en las VIII Jornadas Luso-españolas de historia Medieval, celebradas en los días 1 a 4 de diciembre, bajo el título “De ambos os lados do Estreito. A propósito de Ceuta (siglos VIII-XV)” en el que participaron más de 61 investigadores de muchos países, entre otros los ceutíes Enrique y Carlos Gozalbes.
Tras esta exposición me pregunto: ¿No ha servido para nada la conmemoración de esta efeméride? Al margen de los debates políticos, creo que para los historiadores ha supuesto una inyección de información, el descubrimiento de nuevos filones de conocimiento y un punto de partida para nuevas investigaciones sobre un hecho que es universalmente reconocido como crucial en la historia no solo de Ceuta sino del mundo occidental. Sería insensato, desde el punto de vista científico, que es el que aquí defiendo, no haberlo hecho.
Queda aún mucho trabajo sobre este aspecto (y por supuesto sobre otros de la historia de Ceuta) y creo, sin lugar a duda, que a partir de ahora, se debe avanzar en el desarrollo de la premisa de considerar la Tomada de Ceuta como primordial en la expansión marítima de Europa, elevando una tesis puramente local a nacional o internacional.


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