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Miedo en el cuerpo

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Es curioso observar cómo la vieja guardia de los grandes partidos se moviliza conforme se acerca la hora de la verdad de los pactos de gobierno, difundiendo noticias tendenciosas, alarmando a la población, insultando a los partidos emergentes y a sus líderes, difamando, en definitiva.

El problema es que se resisten a reconocer que el pueblo español está cansado de "rodillos", ya sean del Partido Popular o del Partido Socialista. No se trata de que gobierne uno en solitario, absteniéndose el otro. Lo que han dicho las urnas es que hay que gobernar en coalición, aparcando las diferencias y los maximalismos e intentando ponerse de acuerdo en lo fundamental. ¿Será posible?. Entiendo que sí. Pero veamos el rol que cada uno está jugando.
El Partido Popular juega a la defensiva, pero con ventaja. Su presidente, Mariano Rajoy, ha dado la "espantada". Sin embargo quieren presentarlo como una mera jugada táctica, a la espera de que Pedro Sánchez y el Partido Socialista fracasen. No es así. No puede pretender seguir siendo presidente del Gobierno un señor que está al frente de un partido al que le detienen por corrupción a toda la cúpula directiva de Valencia. Y sobre todo, de un partido al que no quieren apoyar ni los de su misma ideología. Evidentemente juegan a retirarse haciendo el máximo daño posible, o intentando obtener la máxima rentabilidad electoral en el caso de unas hipotéticas nuevas elecciones generales. Por mucho que se presenten como los más serios y moderados, tampoco es así. Además de antiguos, ideológicamente hablando, son radicales en sus planteamientos de desmantelamiento del Estado de Bienestar.
Ciudadanos juega a la moderación, al pragmatismo, a la seriedad. Nada de esto es cierto. Salvo honrosas excepciones en sus filas, no son más que la marca blanca del neoliberalismo. Son como el Partido Popular, pero algo más jóvenes. Pero sus planteamientos sociales, políticos y económicos son de lo más retrógrado que hay. Sólo basta leer el mediocre panfleto que publicaron en El País el fin de semana pasado sus dos economistas jefes, Luis Garicano y Antonio Roldan. Aparte del mal estilo en sus expresiones e insultos a los líderes de Podemos, no hicieron más que repetir las recetas neoliberales que han fracasado en medio mundo. Salvo en Holanda, país en el que gracias al buen hacer de su ministro de finanzas socialdemócrata Sr. Jeroen Dijsselbloem, se han instalado las más importantes multinacionales americanas y gran parte de las grandes fortunas del mundo, para no pagar impuestos (una especie de paraíso fiscal, pero en el corazón de Europa). Su propuesta estrella es el contrato único, que bajo la apariencia de convertir en fijos a todos los trabajadores eventuales, lo que realmente esconde es igualar a todos por abajo. Aunque no lo digan, a ellos sí que les gustaría tener en sus manos los ministerios de Economía y de Trabajo del nuevo gobierno.
El Partido Socialista está en caída libre. Pienso que nadie se cree que puedan renovar nada. Ni siquiera Pedro Sánchez. Los grupos internos de poder, tipo "comando Corcuera", como genialmente los han definido desde Podemos, presionan para intentar mantener el control y el poder que un día tuvieron. A pesar de sus 100 años de historia y de su indudable contribución a la consolidación de nuestra democracia, también arrastran una pesada carga de corrupción en sus filas, difícil de borrar. Hasta la herencia de Zapatero les pesa. Y ni siquiera sé si realmente entienden lo que es ser de izquierdas. Ningunear a una formación como Podemos, que casi tiene los mismos votos que ellos, es un error que pagarán, tanto si forman gobierno, como si no lo consiguen. Lo de hacer piña con las derechas para arrinconar en el gallinero del Congreso a los diputados de Podemos, es algo que yo pensaba que sólo se le podía ocurrir a dictadorzuelos tipo Maduro en Venezuela.
Dejando al margen a los nacionalistas, sólo quedarían Podemos e Izquierda Unida. Entre ambos reúnen más votos que el Partido Socialista. Sin embargo, todos se empeñan en marginarlos. Al parecer, la nueva crisis económica que se vaticina insistentemente, requiere políticos menos radicales y más realistas, pero amigos de los mercados y de los grandes capitales. Parece que en España no ha sido suficiente con los recortes sociales realizados, ni con el sufrimiento padecido por millones de ciudadanos. Es necesario seguir recortando y adelgazando el Estado de Bienestar. Urge privatizar la Universidad, la Sanidad y las pensiones. Se necesita seguir profundizando en la eliminación de derechos laborales. Hay que acabar con cualquier vestigio de negociación. Se debe debilitar a los sindicatos y a las organizaciones sociales, hasta que casi desaparezcan. Esta es la consigna neoliberal desde hace años.
Evidentemente, para seguir profundizando en todo esto, que según el Presidente del Eurogrupo, Sr. Jeroen Dijsselbloem, es imprescindible; España debe contar con un gobierno serio, equilibrado y reformista, aunque radical en sus planteamientos neoliberales. Efectivamente, ese tipo de España que quieren los ricos del norte no es compatible con un gobierno joven que aplique políticas públicas humanas y que blinde el Estado de Bienestar frente a los intereses de los poderosos. La dificultad para llevar a cabo estos planes neoliberales es que una mayoría del pueblo español piensa de forma diferente. Lo que falta es que Pedro Sánchez sintonice con esta mayoría. Si lo hace, ya veremos cómo los mejores cerebros de este país se ponen al servicio de los ciudadanos.


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