A lo largo de mucho observar a la clase política de nuestra ciudad, durante casi cuatro lustros, he visto de todo, tanto como para escribir un libro.
Pero, en pocas ocasiones, a alguien con tantas ganas de figurar como quien fue la mano derecha del innombrable. Me estoy refiriendo a Sandra López Cantero. No se conformó con permitir que un día su secretario general nos llamara ratas, sino que ella ahora nos llama títeres. Para títere ella, en manos de quien todos sabemos, que la usó y tiró, como los pañuelos de papel.
¿Pero quién es títere? ¿No es títere quien utiliza sus lazos familiares para contar con un medio de comunicación? ¿No es títere utilizar fondos públicos extranjeros para tener el apoyo en su juego de ser un político de fuste? ¿No es títere denunciar solamente lo que le pasaban siempre los mismos? ¿No es títere incumplir la ley de protección de datos? ¿No es títere tener documentación, más que de sobra, de determinados personajes de la ciudad y no utilizarlo porque le iba bien con ellos?
La señora López Cantero habla de títeres y nosotros podemos hablar de afán de poder. Porque de otra manera no se entiende que no haya dimitido como miembro del comité federal de su partido cuando el sector con el que se presentó a las primarias salió derrotado. Porque de otra manera no se entiende que crucifique el trabajo realizado por su compañero José María Mas en la Asamblea, debido a una enfermedad, y pida que se fuera, porque así sabía que ella era la que entraba como número seis de la lista.
En su propio partido no saben qué hacer con ella, no la soportan, pero claro, prefieren mirar hacia otro lado. ¿Qué hubiera sido del PSOE de Ceuta si usted hubiera ocupado un cargo de más relevancia, con mando en plaza, que en la anterior etapa?
El títere es un muñeco de trapo o de otro material que otro utiliza. O se maneja con hilos o introduciendo la mano por la espalda. Usted sí que ha sido un títere durante muchos años, aunque a lo mejor no era consciente. Usted y nosotros sabemos que podríamos hablar de otros asuntos, pero que por ética, preferimos dejarlos aparcados. Porque ahí sí que sabemos diferenciar. Usted lo sabe bien.