Nuevamente Felipe González entra en campaña. No será la última vez. Como viene haciendo desde que se convocaron elecciones, para lanzar otro dañino “titular” contra Podemos.
Ahora dice que no tiene ninguna “preferencia” entre el Partido Popular y Podemos. Previamente, la prensa “amiga” había intensificado su campaña de acoso contra los dirigentes de este nuevo partido. Desde el minuto “cero” posterior al segundo intento fallido de investidura de Pedro Sánchez, la consigna, repetida hasta la saciedad, era culpabilizar a Pablo Iglesias de que Rajoy siga en el Gobierno. Según nos cuentan de forma machacona, son sus supuestas ambiciones de poder, y sus formas (este es un recurso muy usado por los melifluos cuando carecen de argumentos para rebatir al contrario) las que impiden llegar a un acuerdo con su formación. El asunto es que, en parte, parece que están consiguiendo que su mensaje cale hasta en algunos dirigentes de Podemos, que estarían dimitiendo, según nos cuentan, por estas razones.
Pero, ¿qué hay detrás de todo esto?. Bajo mi punto de vista, sólo se trata de un intento de las viejas castas del Partido Socialistas, apoyadas por ciertos centros financieros de poder, por conseguir que triunfe el pacto entre dicho partido y Ciudadanos, incluso con la abstención del Partido Popular, pero sin que no se note mucho, para así mantener intactas sus perspectivas electorales. En estas circunstancias considero que es un deber desenmascarar estas aviesas intenciones e intentar informar de la forma más clara posible a la ciudadanía. Por ejemplo, muchos se preguntan por qué Podemos se niega a aceptar el pacto Partido Socialista Ciudadanos como punto de partida para cualquier negociación. La respuesta de las castas es clara. Son los intereses personales de Pablo Iglesias los que lo impiden. Pero, si esto fuera así, evidentemente Pablo Iglesias estaría siendo muy torpe. La cosa no puede ser tan simple.
El profesor ViÇen Navarro, en un magnífico artículo publicado en el diario digital nuevatribuna.es da la respuesta. Nos explica este Catedrático de Políticas Públicas de la Pompeu Fabra, que una de las características del pensamiento económico dominante hoy en la mayoría de partidos gobernantes conservadores (PP), liberales (Ciudadanos y Convergència) o socioliberales (Tercera Vía de Tony Blair y también del PSOE de Felipe González y Solchaga) es acentuar el objetivo de sus políticas económicas y sociales de garantizar la igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos. Tony Blair llegó a decir que a él no le importaba que hubiera gente muy rica, con tal de que no hubiera pobres. También lo decían en España, que nos pusieron de ejemplo para los grandes “pelotazos” urbanísticos. Llevamos unos años sufriendo las consecuencias.
Sin embargo, hay un error importante en esta estrategia. Las evidencias científicas disponibles muestran que han sido un tremendo fracaso. No sólo han sido un fracaso los programas antipobreza. Es que los países que han resuelto de una forma más favorable la pobreza han sido los que han profundizado en las políticas redistributivas de la renta, como es el caso de los países nórdicos de Europa. Como nos recuerda ViÇen Navarro, los países con menor pobreza son los menos desiguales. Hay abundante material científico al respecto (Piketty, Stiglitz, Krugman, Amartya Sen….).
Abundando en lo anterior, este economista nos da un dato importante. Comparando el porcentaje de niños de familias pertenecientes al 20% de renta inferior de un país que alcanzan a llegar al 40% del nivel de renta superior a lo largo de su vida, se ve que en países con mayores desigualdades, como los EEUU de América, este porcentaje es mucho menor (18%) que en países como Suecia, Dinamarca y Noruega (28%, 33% y 27%). España se mantiene en un porcentaje similar al de los EEUU, pues somos más desiguales, gracias a la política económica de los conservadores.
En el fondo de esta cuestión hay una causa política de la pobreza y no económica. Las estrategias de ofrecer igualdad de oportunidades han fracasado porque no tocan la enorme concentración de poder económico y financiero, que se reproduce a través de las instituciones representativas, que dificultan la movilidad social. Y justamente es en este aspecto en el que falla el pacto Partido Socialista-Ciudadanos. No es posible que el “rescate social” pueda resolver la pobreza sin afecta la distribución del poder económico y político del país, afirma.
Yo también lo pienso. Por eso a Felipe González le da igual Podemos o el Partido Popular. El primero, porque sabe que no va a pactar en estas condiciones con el Partido Socialista. El segundo, porque, tampoco lo va a hacer, pues para ese viaje, siguen ellos, aunque maquillando sus políticas con el programa de Ciudadanos. Es decir, lo que él y los de su cuerda quieren, es que se repitan las elecciones, siempre en la confianza de que así obtendrán una mayor representatividad, a costa de los “inmovilistas”, que no han querido pactar.