El Real Madrid continúa embarcado en su dulce idilio con los sorteos de la Champions League. Después de encarar a una Roma decente, los madridistas se enfrentarán a un Wolfsburgo en horas tristes para conseguir un hueco en las semifinales de la competición, último paso antes de la final, la única que podría justificar una temporada horrible para el equipo de la capital.
El conjunto alemán dirigido por Dieter Hecking se desplomó en la Bundesliga y su rendimiento está muy por debajo del que se le presupone por su plantilla. Incluso el Gante llegó a sacarle los colores en los octavos europeos. Hasta ahora, Hecking ha fracasado en su misión de dotar de la suficiente solidez al equipo en sus sistemas de defensa y de ataque (plenamente volcado al contraataque) como para ser competitivos a un nivel alto. Tan solo las apariciones de Julian Draxler o André Schürrle, entre muy pocos más, logran marcar la diferencia a ratos en su estado de depresión constante.
Distinta suerte corrió el Barcelona, el favorito para proclamarse campeón de la Copa de Europa junto al Bayern de Múnich aún entrenado por Pep Guardiola. El supuesto azar ha propiciado que los culés se crucen en cuartos de final con el rival más incómodo de todos, el Atlético de Madrid, principal perseguidor del Barça en la liga española, aunque a cierta distancia. Leo Messi y compañía tendrán que capear el enfrentamiento contra los atléticos después de verse las caras con el Real Madrid en el duelo liguero, todo ello en un periodo de doce días que, seguro, Simeone sabrá aprovechar a su favor. Una encerrona más delicada de lo que a primera vista puede parecer habida cuenta del aparente ritmo imparable de los culés. Si la superan, difícilmente se les podrá frenar.
Cumplida la extraordinaria remontada ante la Juventus de Turín, parece que el Bayern lo tendrá mucho más fácil ya que tendrá que vérselas con el Benfica, quizá el equipo más sencillo de todos los que se encontraban en la terna. Los de Múnich, a los que tanto gusta controlar el tempo de los partidos, se toparán con un rival también atraído por el toque, pero a un ritmo mucho más lento que, presumiblemente, les permitirá controlar la situación sin demasiados apuros.
El Manchester City y el Paris Saint-Germain protagonizarán una pugna con la que deberían estar satisfechos: no les ha tocado el peor pero tampoco el mejor. Los franceses parten con cierta ventaja por el fútbol que han ofrecido en las últimas fechas y por el alivio que supone tener la liga ya sentenciada. El City, al contrario, está en un buen aprieto a pesar de alcanzar por primera vez en su historia los cuartos de final de esta copa. Tras ser vencido en el Etihad Stadium por el Manchester United el pasado domingo, su plaza europea peligra seriamente, riesgo que de consumarse supondría una desesperanzadora temporada venidera. Otro hipotético año perdido para este multimillonario y, hasta ahora, decepcionante proyecto.
En definitiva, una trampa, dos paseos y un duelo anglofrancés infrecuente a estas alturas del torneo que apuntan hacia unas semifinales antológicas.