A propósito de lo que está ocurriendo en Cataluña, venimos asistiendo a declaraciones de unos y otros utilizando los términos independencia y secesión como si fueran equivalentes. Los líderes nacionalistas catalanes utilizan la palabra independencia y muchos políticos contrarios a esta solución han adoptado ese vocablo copiando el discurso separatista. No obstante, se observa últimamente un repunte del término secesión en determinados casos.
Vale la pena, por tanto, reflexionar sobre este asunto.
La ambigua nota oficial publicada por el Círculo de Economía de Cataluña y titulada Opinión de actualidad: después de las elecciones del 27-S: diálogo, acuerdo y reforma, prefiere utilizar independencia al referirse a la posibilidad de que esta situación se produzca. Por su parte Jean-Claude Piris que fue Director General del Servicio Jurídico de la Unión Europea desde 1998 a 2010, también se inclina por el vocablo independencia en su razonado artículo Cataluña y la Unión Europea, publicado por El País recientemente. Incluso, el Ministro de Economía Luís de Guindos en su trabajo A favor de Catalunya publicado en La Vanguardia, se inclina por hablar de independencia igualmente.
Sin embargo, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), varios comentaristas y medios de comunicación utilizan cada vez más el término secesión para definir lo que pretenden algunos partidos políticos catalanes. Así el diario económico Expansión, ABC, El Economista y varios más. Por otro lado, la insuficiente Declaración Institucional de la Asociación Española de Banca (AEB) y la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA), incluso evita hablar de independencia o de secesión.
Ya en 2006, hace nueve años, Antonio García-Trevijano se refirió a esta posible confusión de temas, afirmando que la Independencia es un hecho nacional que se crea con la victoria en una guerra de liberación (EEUU de Inglaterra, Argelia de Francia), con un movimiento irresistible de la población dominada por una potencia extranjera (India) o con el triunfo de la opción independentista en el ejercicio pacífico del derecho de autodeterminación. Pero siempre hay una potencia dominante y otra parte que desea desprenderse de esa ocupación. Incluso, España tuvo su guerra de Independencia para expulsar a los franceses o Marruecos accedió a la independencia, tras firmarse el acuerdo que puso fin al Protectorado en 1956.
Continúa García-Trevijano diciendo que la Secesión puede ser un hecho o un derecho. En ambos casos, el fenómeno político de la secesión requiere la previa existencia de un Estado Federal o Confederal, del que forme parte el Estado que manifiesta su voluntad de separarse de la unión. La Secesión, como hecho, suele confundirse con la Independencia. Pero no es igual. En las guerras de secesión (Estados Unidos), lo decisivo es la voluntad de un Estado preexistente de separarse de la unión con otros Estados.
Estas distintas interpretaciones de las palabras siembran la duda, pero parece que el vocablo secesión es más adecuado para definir el caso de las pretensiones nacionalistas sobre Cataluña, sobre todo porque el Diccionario de la Real Academia define secesión como acto de separarse de una nación parte de su pueblo y territorio. Hablar de independencia podría ir precisamente en la línea de esos que quieren separarse de España, argumentando que ésta es una potencia dominante de la que resulta imprescindible independizarse.