Lo escribía el otro día Juanjo Oliva en un reportaje publicado sobre la tardanza en abrir el ‘Tarajal II’ y las consecuencias que tendrá sobre los usuarios de la playa. Desde hace meses la Guardia Civil tiene órdenes de concentrar a todos los porteadores en el arenal para evitar los colapsos que todavía muchos recordamos.
Esas avalanchas que el delegado del Gobierno dijo que no eran tales y que ponían en riesgo a todo aquel que estuviera en la zona, desde los propios agentes hasta los taxistas, padres de familia con hijos y los propios camalos. Con la decisión de ocupar la playa se intentó frenar esa situación tercermundista e inhumana que podía terminar en tragedia.
Ahora, con el verano a la vuelta de la esquina y el ‘Tarajal II’ sin tener una definición clara sobre su apertura y viabilidad, urge conocer la respuesta que va a dar la Administración a los vecinos del Príncipe y la Almadraba sobre el uso de esta playa. A nadie entraría en la cabeza hacer una ‘okupación’ de La Ribera, por poner un ejemplo (se lo aseguro) nada tendencioso. De igual manera, ya se está tardando en buscar una solución urgente para permitir que las demandas de quienes viven en el entorno sean atendidas y, de entrada, se trabaje ya en recuperar la zona, demasiado castigada por el uso que, durante meses, ha tenido, convirtiéndose en ‘servicio alternativo’ para los porteadores, así como basurero improvisado con restos de fardos.
Las soluciones inteligentes tardan, quizá porque en todo este caos de la frontera nunca se haya tomado medida alguna que merezca tal calificativo.