Su control es el poder. Y hay quienes son expertos en esto. El cuerpo me pide soltarme la coleta y escribir todo lo que pienso sobre los últimos acontecimientos. No puedo. Tampoco debo. Pero no me gusta ni lo que estoy viendo ni lo que estoy leyendo.
No me gusta que un ministro comparezca en televisión para hablar de un zulo y que un director de la Policía diga que poco puede comentar porque el asunto está bajo secreto de sumario... Y todo esto mientras el todopoderoso Ministerio de Interior remite una amplia nota plagada de contradicciones, en la que mezcla los tiempos condicionales con las aseveraciones, pasando del “podría” al “hemos descubierto”... Oiga, va a ser que no, o es o no es, pero vender los saltos cualitativos en la lucha antiterrorista cuando ni se atreven a titular sus propias notas con confirmaciones al 100% seguras... dice mucho del escenario en el que nos estamos moviendo.
Seré lo más prudente que puedo y debo ser, pero insisto, no me gusta. Ni me gusta ni me cuadran detalles que parece que nadie ve o nadie quiere ver, ni me gusta ni me cuadran comparecencias en las que el delegado del Gobierno parecía verse atrapado en una contradicción permanente sobre lo que tenía que decir. Madrid mueve sus hilos, siempre lo ha hecho, pero las consecuencias las tenemos aquí, en nuestro día a día. Nos quedan más episodios, nuevos datos y más comparecencias. Quizá mañana nos cuenten lo que debían haber hecho antes, o quizá nos vuelvan a narrar, de nuevo, el cuento chino del escáner de Algeciras. Y allá que iremos todos, siguiendo el mismo camino, cual borregos. Tienes la información tienes el control y nos eligen hasta el sentido.