Este viernes 23 de octubre ha tenido lugar la última de las conferencias programadas para componer la XV semana cultural de la Casa de Ceuta en Cádiz, en esta ocasión el conferenciante ha sido D. Fernando Villada Paredes, arqueólogo municipal por oposición de la Asamblea de la Ciudad Autónoma.
Este científico, investigador inasequible al desaliento de todo el patrimonio arqueológico de nuestra patria chica, ya nos había distinguido con su amplísimo conocimiento de dicho patrimonio en anteriores ocasiones, que no en vano afirma que entre nosotros, en nuestra sede, se encuentra como en casa, lo que sin duda nos llena de satisfacción. Este linense de nacimiento y ceutí de adopción, ya que lleva más de treinta años en Ceuta ejerciendo una profesión tan exigente como es la suya, que requiere verdadera vocación, nos ha ilustrado en este caso con lo que él ha titulado "Vestigios de la vida cotidiana en la Ceuta portuguesa", que ha sido una comunicación mediante la que ha conseguido darnos a conocer el abanico de hallazgos encontrados al investigar todo lo relacionado con la Puerta Califal, con cuyo motivo se han removido y analizado cientos de metros cúbicos de tierra aportados en su día como relleno del espacio existente entre la muralla medieval islámica y la renacentista portuguesa que se terminó en 1550.
La afortunada idea llevada a la práctica por los ocupantes portugueses para consolidar el frente de tierra que mandó edificar D. Joao III ha tenido, para alegría de los arqueólogos y estudiosos de la historia del reino lusitano de aquellos días, la virtud de congelar en el tiempo toda una panoplia de restos procedentes de diversas épocas, pero todos ellos anteriores a la fecha arriba indicada, que significó el cierre de la muralla y la consiguiente "congelación" de todo lo que había con anterioridad, como es fácil comprender. El análisis pormenorizado de todo lo hallado ha permitido, entre otras muchas conclusiones, poner en tela de juicio la antigüedad asignada a algo tan valioso como la porcelana china de aquellos tiempos, que necesariamente tenía que ser anterior o como mínimo coetánea con la finalización de aquella obra fundamental para la defensa de Ceuta. Lo anterior es solo un ejemplo de la caudalosa fuente de información que ha abierto el hallazgo de la famosa puerta califal.
De lo investigado por el equipo de Fernando Villada se deduce que a partir de 1415, la ciudad cambia drásticamente tanto en extensión como en población, es decir, de ser una ciudad populosa para la época (unos 30.000 habitantes) a ser una ciudad de solo algunos miles, o sea, más bien pequeña: prácticamente solo un puñado de lusitanos rodeados de cientos de miles de habitantes hostiles de la zona aledaña. El valor y el sacrificio implicados en su gesta verdaderamente merecen su inclusión preferente en las "Os Lusiadas" del inmortal Luis Vaz de Camoens.
Pero lo cierto es que, dejando a un lado la relativa superioridad militar del Portugal del siglo XV en relación con la ciudad-estado de Ceuta, la realidad es que los recién llegados quedaron casi estupefactos al contemplar el estándar de vida de los mahometanos ceutíes, que era de verdadero lujo en comparación con el portugués de la época. El tamaño de las casas, sus comodidades, el lujo de la decoración y la calidad de los materiales de construcción (todo mampostería, la madera solo para los muebles) los dejaron boquiabiertos, tal era el nivel de vida medio de una ciudad que, hasta entonces, había sido un emporio comercial, como hemos podido conocer en anteriores jornadas de esta semana.
También cambió, entre otras cosas, la forma de abastecerse la ciudad, el origen de los suministros: ya no venían del territorio circundante como antes, sino de la península (excepto algunos artículos de lujo de procedencia lejana), salvo en los breves intervalos de paz con sus inquietantes vecinos.
En cualquier caso, la decisión tomada por Pedro de Meneses de permanecer a la cabeza de aquel baluarte tras la retirada de la poderosa flota de asalto, constituyó una apuesta de todo o nada en la que ponía sobre el tapete su propia vida y la de sus administrados. Y la jugada le salió bien, porque no solo salvó su vida sino que se enriqueció él y toda su familia por generaciones. Y Portugal conservó Ceuta por más de dos siglos para sí y para Castilla tras la separación de los dos imperios a causa del Braganza, para que así los ceutíes pudiéramos ser españoles.
Acabada la intervención de Villada, acogida con merecidos aplausos, el presidente de la Yeza le agradeció la misma, haciéndole entrega de un recuerdo de la ocasión e invitándole a firmar en el libro de honor de la Casa.