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Vencer el miedo

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Se desvaneció la esperanza. En Ceuta. No estamos aún preparados para acometer empresas colectivas de cierta envergadura. La coyuntura para derrotar a la derecha era inmejorable. Pero falta madurez y sobra egoísmo. Quienes se reclaman de la izquierda sociológica (en estado de permanente charlatanería) siguen pensando que el mundo gira alrededor de su ombligo.

Todos quedarán satisfechos. Cada cual con su afectuosa  frustración, bien asumida y mejor explicada y, por supuesto, con la siempre gratificante oportunidad de imputar a los demás la responsabilidad del  nuevo triunfo de las hordas neofascistas (disfrazadas de demócratas). Habrá que seguir esperando… Dando por amortizado de antemano el resultado de las elecciones generales en Ceuta, en lo que se refiere al reparto de los escaños, nos queda la segunda lectura. Las elecciones también sirven para medir la distribución del espacio político. Es interesante detectar cómo evoluciona la sociedad ceutí en su modo de pensar. En esta ocasión, el calibrador es el resultado que obtenga Podemos. En el momento actual, más que una elección entre opciones políticas, se trata de dilucidar actitudes vitales. PP y PSOE se han repartido el Gobierno de la Nación en los últimos treinta y tres años (doce y veintiuno respectivamente). Las diferencias entre uno y otro, en lo relativo a Ceuta, son prácticamente insignificantes. Se puede hacer un brece inventario, quizá innecesario por conocido (Autonomía, Europa, frontera, inversión, educación, vivienda…). Las consecuencias tampoco demandan una extensa explicación. Líderes en pobreza, paro,  fracaso escolar, desigualdad… y empeorando. Votar a uno u otro es más una apuesta intrascendente que otra cosa. Lo realmente importante es comprobar si la ciudadanía está en condiciones de protagonizar un auténtico cambio en la forma de entender y, sobre todo, aplicar la política. O sí por el contrario, optamos por agachar la cabeza una vez más, y nos dejamos conducir como bestias sin alma hacia un insondable vacío inundado de miseria (no solo económica). Y, ahí, es donde aparece en toda su plenitud el poder del miedo.  En esta tesitura Ceuta no es una excepción. Aunque es necesario reconocer que nuestro grado de adocenamiento, servilismo y sumisión supera con creces la media nacional.
Esta es la verdadera incógnita de estas elecciones ¿Está preparado el pueblo español para superar el miedo? Los efectos de la guerra civil (entre otras cosas) aún perduran en el subconsciente. Aunque se empeñen en querer enterrar en los libros de historia la dictadura de Franco, lo cierto es que aún estamos sufriendo sus consecuencias. En España el miedo es la pauta de conducta pública imperante. Franco murió enfermo en la cama, de lo contrario, aún seguiría gobernando. De ese boquete no salimos. Todo el mundo tiene miedo. Desde afiliarse a un partido (o sindicato), a manifestar públicamente una queja, denunciar una injusticia, o enfrentarse al poder para exigir un derecho. Esa es la triste realidad de una sociedad inculta, débil, cobarde, amoral e  impotente.
Todos los síntomas mostraban una posibilidad real de revertir esta situación. Nos sentíamos ante un momento histórico. La crisis económica desnudó el sistema corrupto del gran capital envuelto en el papel celofán de una falsa democracia. Quedaron en evidencia. Ya todo el mundo sabe que roban y saquean mientras se dedican a facilitar a los mercados la más dura explotación saturada de áspero sufrimiento para los trabajadores y trabajadoras. Parecía que había llegado la hora del ¡Basta ya! Ese grito es Podemos. Su irrupción es la expresión política de la  voluntad de cambio de los que siempre han estado callados y humillados (la mayoría). Pero la contienda es feroz. En cuanto el espejo griego reflejó que, efectivamente, sí se podía, el descomunal y  poliédrico ejército del poder económico, decidió emplearse a fondo para abortar lo que comenzó siendo un movimiento simpático y terminó siendo una amenaza cierta. Todo el poder  del estado y de los organismos internacionales más influyentes (y es muchísimo) está volcado en sostener el bipartidismo (aunque haya que hacer la concesión de incorporar un tercero como señuelo higiénico). La cacería contra los hombres y mujeres de Podemos es un espectáculo inenarrable. Indecente. Lo hacen porque ellos, mejor que nadie, saben que su principal aliado es el miedo que sigue incrustado en lo más profundo del subconsciente español.
Lo más penoso es que la operación de demolición da resultado. Es inconcebible que personas que han sido literalmente machacadas por este sistema corrompido lo abracen como un refugio confortable ante el temor de la llegada de Podemos. Saben que les han robado, los han mandado al paro, los han desahuciado, les han arrebatado los derechos (sociales y laborales), los han dejando hundidos en la miseria mientras se burlaban de ellos. ¡Pero le tiene miedo a Podemos! Resulta cómico oír a personas analfabetas, que no sabrían situarla en el mapa, hablando de Venezuela con una pretendida erudición que infunde lástima. Por ejemplo.
Estamos ante una batalla titánica, Acaso la más desequilibrada jamás librada en nuestra aún breve democracia. De un lado todo, del otro solo el corazón de la gente. O resistimos y nos convertimos en ciudadanos. O claudicamos y seguimos siendo súbditos. Los ceutíes también debemos añadir nuestro pequeño (pero no despreciable) esfuerzo a la causa más justa por la que se puede luchar en la España del siglo veintiuno. Podemos.


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