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El Ceuta Crucis de la devolución del IVA

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Desde la Asociación de Afectados por Hacienda, también, nos queremos hacer eco de las reclamaciones sobre los acuerdos impositivos locales, tan importantes para nosotros como los que emanan de la Administración central.

Nos han llegado varias protestas de contribuyentes ceutíes, relativos a algunos impuestos municipales, a los cuales queremos dedicarles un especial interés.
Se da por supuesto, a nivel institucional, que los habitantes de esta magna ciudad tenemos “ciertos privilegios impositivos”, uno de los cuales se denomina, a grandes rasgos: “Exención del IVA”. En consecuencia, es fácil comprobar que la supuesta ventaja, no es más que otra carga en forma de imposición tributaria enmascarada.
En teoría tenemos derecho a la devolución del IVA por compras que superen los 90,15 euros, a excepción del ocio, tipo restaurantes, hoteles, etc. En todo lo demás, es decir, en esas compras que hacemos libremente como ciudadanos de Ceuta, tenemos derecho a que nos devuelvan el importe anteriormente gravado (IVA) en las tiendas de la península, o de otros países, y no sólo los de nuestro entorno europeo.
Por tanto, se considera que los bienes transportados por los viajeros ceutíes no constituyen una expedición comercial cuando se trate de bienes adquiridos ocasionalmente para su uso personal, de su familia o para regalo, y que por su propia naturaleza y cantidad pueda presumirse que no se destina a actividad comercial.
Inevitablemente llegan las preguntas:
Cualquiera de nosotros vamos fuera de Ceuta, por nuestro país, (sin tener que irnos más lejos) y compramos cualquier bien que se ajuste a la exención del IVA por ser residentes en la ciudad. ¿Cómo lo recuperamos?
Empieza el ‘ceutacrucis’ de la devolución del IVA.
Se embarca en Algeciras y una vez en Ceuta pueden ocurrir varias cosas.
1.- Si es por la tarde, noche o día inhábil, la Guardia Civil estampa un sello en la(s) factura(s) con el que certifica que esa mercancía ha entrado en nuestra ciudad, el cual tampoco sirve de mucho para conseguir el objetivo, es decir, que se nos devuelva el importe del IVA. Continuamos por tanto en esta ardua tarea...
2.- Si es por la mañana y es día hábil, tendremos que dirigirnos a la Aduana (calle Cañorero Dato) y nos derivarán al Ceuta Center, donde se ubica la “caja registradora”.
Si hemos arribado por la tarde, o en día festivo, lo tendremos que hacer al día siguiente o bien el primer día hábil, siempre dentro del plazo de tres meses desde que se realizaron las compras. El sentido del plazo es, cuanto menos, discutible y sólo obedece a trabas contra el molesto ciudadano que busca la justicia fiscal que le corresponde.
Una vez en el Ceuta Center, tenemos que ir primero a la entrada que da a la calle Cervantes, llevar a cabo la gestión, que nos llevará su tiempo en función del día y del momento, y que nunca será breve. De ahí a dar la vuelta al edificio e ir a la otra fachada, calle Navarro Acuña.
Hay que sacar número, esperar a que te atiendan, pagar el IPSI de todo lo que hayamos comprado (aunque no se dedique al comercio) y salir de allí sin el dinero del IVA, sin el dinero del IPSI y sin posibilidad de recuperar el tiempo que hemos invertido en seguir tan mejorable trámite. ¡Les da igual, lo único importante es recaudar y recaudar! En ese momento, el pobre ceutí se encuentra abonando dos impuestos, cargado de molestias y con la incertidumbre de que se le devuelva el IVA que no le corresponde, a expensas de que el funcionario no encuentre una excusa burocrática para dejar tirado al contribuyente con exceso de carga fiscal. Esta indeterminación e inseguridad jurídica crea un estado de ansiedad en el contribuyente ante la incertidumbre de que su gestión llegue a buen puerto.
A continuación, como si estuviese al lado, tenemos que volver a la Aduana donde nos diligencian las facturas y con las mismas a un buzón de Correos para seguir esperando, una espera que casi seguro que supera los 15 días, y les sigue dando igual a los responsables del establecimiento de este sistema tortuoso.
De momento ya hemos pagado dos veces, es decir, el IVA y el IPSI, sin haber recibido nada a cambio. Hemos dedicado un tiempo valiosísimo (que además no ha sido ni con mucho breve) en ello, sobre todo teniendo en cuenta que hay que realizar todos los trámites en horario de oficina, y aún no hemos visto un céntimo. En principio sólo hemos adelantado más dinero sin saber ni cuánto, ni cuándo vamos a recibir lo que nos corresponde.
A partir de ahí tendremos que confiar en el buen hacer de Correos para que lleguen las cartas a su destino, en el de la financiera de la empresa que prestan servicio de Tax-Free, las cuales, como no podía ser de otra forma, también le pegan su mordida a la devolución que corresponda, diezmando una vez más los derechos del ciudadano. En conclusión, en todo este arduo periplo sólo se puede asegurar que hemos perdido tiempo y dinero (mucho más del que corresponde).
Un impuesto que en la península es de tracto único y que se realiza con la mera compra, en Ceuta se convierte en un verdadero calvario cuando tratas de ajustarte a los procedimientos fiscales que te corresponden.
Se desprende fácilmente de todo lo relatado que este “privilegio impositivo” es, cuando menos, relativo, por no decir inexistente. No hay nada mejor que acercarse al despacho de la Aduana donde se diligencia la devolución del IVA y comprobar que las colas son inexistentes. ¿Por qué será? ¿Será porque a los ciudadanos de Ceuta nos sobra el dinero? O seguramente será porque los abusivos gravámenes e impedimentos a que nos someten nuestros dirigentes, el excesivo tiempo que le tenemos que dedicar siempre que nuestras ocupaciones nos lo permitan y el escaso dinero neto que vamos a recibir, hagan que optemos por renunciar a ese mal llamado “privilegio”.
La Ciudad Autónoma de Ceuta debería plantearse un servicio ágil, sencillo, no abusivo y centralizado de Tax-Free, con el que sin duda nos beneficiaríamos todos. Es así de fácil, la Ciudad ingresaría un dinero que ahora no ingresa por lo abusivo y enredado del trámite en cuestión y los ciudadanos dispondríamos de un dinero al que por ley tenemos derecho.
La Administración está al servicio del ciudadano y no al revés. Porque lo que realmente se esconde detrás de esta odisea ciudadana es el descontrol de la Administración ceutí y que sean los ciudadanos los que carguen con las molestias para facilitar el control del funcionario, cuando debería ser justamente lo inverso.
Seguiremos haciéndonos eco de todos estos atropellos tributarios a la vez que haremos todo lo que esté en nuestra mano para ir poniéndoles fin. No estamos en contra de los impuestos, pero no deben de ser ni abusivos, ni arbitrarios, por no decir ilegales.
La conclusión final es que el ceutí sí paga el IVA, y no en pocas ocasiones. Ceuta pierde, pierde el ciudadano y se pagan con nuestros impuestos servicios inoperantes, de escasa utilidad y con complejos procedimientos innecesarios. Todo mientras el dirigente de turno se presenta a la opinión pública como paradigma de la eficacia y perseguidor de defraudadores inexistentes entre los trabajadores de la ciudad.


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