Nunca mejor para resumir todo lo que está pasando en estos últimos meses en el devenir político que esta célebre frase latina cuya traducción es: ¿Dónde vas?
Llevamos tres meses, camino del cuarto, consiguiendo la nada honrosa marca de estar con un gobierno en funciones. Y menos mal que los Presupuestos Generales del Estado quedaron aprobados, pese a las furibundas críticas de nuestra izquierda cañí.
Durante unos años, singularmente los últimos años, se ha banalizado y vituperado a la clase política. El político ha pasado a ser un monigote de feria al que disparar desde todos los ángulos nuestros dardos y frustraciones.
A este hecho han contribuido varios factores: ciertos medios de comunicación, la crisis económica que no se quiso o no intereso ver, el conformismo de la política "Alicia" o zapateril, y la crisis moral y de valores en que se nos educa y alecciona.
Los verdaderos valores como el concepto de deber -ahora los nuevos psicólogos lo llaman motivación internalizada, término mucho más positivo a la hora de venderlo ante la izquierda guay de los sociolistos y socialistas, de los podemos y podemas - han sido excluidos; ahora solo somos sujetos de derechos.
La educación en valores como deber, esfuerzo, lealtad, sacrificio ..., han sido borrados, tanto es así que algunos de nuestros políticos- en esta caso política- la alcaldesa podemita de Barcelona, por la gracia del PSOE como en otras muchas ciudades españolas, señora Colau, ha dado una vuelta más a la tuerca atacando e insultando a los militares, por lo que significan y representan en la defensa de esos valores, primero en una feria de enseñanza, y posteriormente indicándoles que no son bien vistos por los aledaños de su ciudad. Esta claro que no quieren que se den a conocer esas ideas y formas de vida a la juventud, o puedan descubrir en el ejemplo de nuestros militares lo que es servicio, respeto, amor a la Patria... Ella y otros alcaldes de ese conglomerado de mareas, compromis, y mamandurrias. Mientras a seguir adoctrinando en el nihilismo y hedonismo imperante, en una palabra "aborregar a los jóvenes".
Pero también hemos contribuido la clase política a nuestro desprestigio porque no hemos dado la talla (de lo que no se ha librado ni los autodenominados nuevos que no son sino la rancia caspa anarco-comunista, que no sólo tienen los tic negativos de la que denominan casta política, sino que los han incrementado), algunos por el ansia de poder, otros por corruptos y los más, por no habernos dado cuenta a tiempo y consentir estructuras de poder que siguen premiando la mediocridad, la sumisión al aparato, frente al liderazgo y valía.
Sólo cuando se consiga un sistema electoral con listas abiertas con mayor número de elegibles que puestos, limitación de mandatos a ocho años o tres legislaturas, tanto en las elecciones de ámbito nacional como autonómico, y también dentro de los propios partidos, con elección directa por los ciudadanos de nuestros gobernantes, con un sistema electoral que respete la voluntad popular frente a los conciliábulos en despachos, volverá el respeto a la difícil tarea de ser político.
Mientras tanto seguiremos diciendo: ¿Quo vadis? Pedro Sánchez, convulsivo aspirante a presidente por un día, anteponiendo sus aspiraciones personales al interés nacional, después de haber llevado al PSOE, a su peor resultado electoral, y haber quedado en cuarto lugar en su circunscripción electoral superando en ineficacia el nefasto Rodríguez Zapatero.
¿Quo vadis? Albert Rivera no porque haya elegido el centro izquierda como su ubicación política, sino por habérselo ocultado a su electorado. Esperemos que los nada fiables Iglesias y Sánchez no terminen tirándole a la cuneta y quede tan maltrecho que no sea posible recuperarle para la política.
De Podemos y el Partido Popular no hace falta preguntar ¿Quo vadis?. Podemos lo proclama abiertamente: va a conquistar el poder y llevarnos a la ruina aplicando con el control del ejército, los cuerpos de seguridad y la manipulación de los medios de comunicación, políticas caducas que han resultado un fracaso en países como Grecia o Venezuela, impidiendo toda contestación, restringiendo con sus métodos la libertad de información, opinión y religión, que ya están ensayando en muchas ciudades y alguna región con el beneplácito del PSOE ( no olvidemos esto nunca).
Y el Partido Popular a seguir con las políticas económicas que han permitido que los españoles seamos más optimistas respecto a nuestro futuro tras el desastre en que nos sumieron esos grandes vendedores de humo y promesas incumplidas que son los socialistas. Pero ojo, los méritos económicos no justifican el relegar otras actuaciones recogidas en ese programa e ideario, porque la política no es sólo economía. Frente a la izquierda que su fin es el poder, el Partido Popular no puede olvidar que está en política para defender unos valores que no son otros que la defensa de la vida, la familia, los derechos humanos y la unidad de España en un sistema de libertad y democracia. Ese es el compromiso con los españoles y ningún cálculo electoral o personal debe hacerle cambiar el rumbo.