El otro día me asusté al ver un noticiario de televisión. Se abría con la información de 'Los papeles de Panamá' donde el ministro Soria aparece en determinadas empresas. Siguieron con la multa que Hacienda le había impuesto al expresidente del Gobierno, José María Aznar.
A continuación, la detención y posterior puesta en libertad con cargos del alcalde de Granada, José Torres Hurtado y por último, un empresario que también aparecía en 'Los papeles de Panamá' y que ocupaba un cargo en la empresa pública del Canal de Isabel II en Madrid y que había sido designado por el expresidente de la Comunidad Autónoma de Madrid, ignacio González.
No me dirán que no es para asustarse, saltar de una noticia a otra y que todas tenían un denominador común, las siglas del Partido Popular unían a todos los protagonistas de las mismas. Cada vez que ha saltado en los últimos meses un escándalo de corrupción en las filas del partido liderado por Mariano Rajoy, resulta que en conversaciones con cargos del PP, siempre me decían lo mismo: "como continúen a este ritmo, terminará un día por pasarnos factura en las urnas". Claro está, una tras otra, muchos de los dirigentes populares habrán llegado a pensar que una más era difícil, porque no se podía llegar más lejos. Sin embargo, al final se demuestra es que la realidad es más tozuda que el mejor guión escrito por algún despistado escritor estadounidense que haya obtenido un Oscar.
La situación ha llegado a tales extremos que tanto el ministro Soria como el alcalde de Granada deben coger las de Villadiego, si de verdad no quiere perjudicar más a su partido. El titular del departamento porque tras realizar tantas declaraciones, resulta que los medios le han esperado y le han ido mostrando documento tras documento, y a medida que aparecían, más Pinocho parecía. Y por parte del alcalde de Granada, alguien que ha sido un referente en el PP andaluz, delegado del Gobierno durante ocho años y alcalde durante más de doce, debería tener algo más de humildad e irse, porque aquí se ha llegado a un grado, donde o se asumen responsabilidades o te las hacen asumir los ciudadanos, que, por lo visto, es lo que buscan algunos.