El delegado del Gobierno, Nicolás Fernández, fue preguntado ayer acerca del informe publicado en torno a los MENA y las actuaciones delictivas en los que estos pueden incurrir. La máxima autoridad en la plaza de los Reyes puso en escena las artes que todos ya conocemos: dice, pero no dice; parece que quiere despegar, pero no termina... lo de siempre.
Tras insistir en que desconocía que la Policía Nacional hubiera hecho un informe etiquetando la delincuencia de los menores y señalando cuál es la que cometen los MENA y cuál no, pidió que no se criminalizara a este colectivo. Dejó claro el mensaje para, después, optar por quedar bien con todo el mundo, no sea que esa parte de la sociedad que espera como agua de mayo leer este tipo de informaciones para sacar su vena radical, se fuera a mosquear. El delegado aclaró que, sin criminalizar a esos chicos que constituyen el paño de lágrimas de su mentor el presidente Vivas cada vez que acude a Madrid a pedir más dinero, tampoco había que negar la realidad. “Sería faltar a la verdad decir que los MENA no intervienen en muchos hechos delictivos, porque eso sucede desgraciadamente, pero se debe castigar a los que cometan el delito, no a todo el colectivo”, declaró.
Bravo. Sobresaliente. Don Nicolás ha conseguido la matrícula de honor, quedando bien con el ángel y con el demonio, contentando a todo el mundo. Pero no. Esos discursos no valen cuando uno es delegado del Gobierno, porque no pasa de ser un discurso infantil, basado en el juego, basado en el... ‘vamos a quedar bien’. Y eso no puede ser. No sirve.
Porque si todos pensáramos igual que el delegado del Gobierno e hiciéramos las mismas reflexiones podríamos extrapolar el asunto de los MENA al PP. Y eso, no le gustaría ni al delegado ni a nadie del partido porque, sencillamente, no sería justo. Podríamos mañana hacer la cuenta de la vieja, acudir a un informe policial para saber cuántos populares se han visto envueltos en escándalos de cualquier tipo para, una vez sacado el titular, decir que no hay que criminalizar a los peperos pero que... claro, tampoco hay que ser buenista, tonto, incrédulo.
No. Eso no sería justo, ni ético. De igual forma tampoco lo es con los MENA, más aún cuando se juega con un asunto demasiado sensible que se analiza bajo un prisma óptico reducido, tanto, que nos debería avergonzar. No hablamos de MENA hablamos de niños, de chicos que les importan solo a unos pocos, que no pueden defenderse, a los que se les culpa de todo. Hasta de lo que no hacen. Hablamos de menores. ¿No se enteran o no quieren enterarse?